En
la enajenación económica el trabajador crea objetos de consumo; maquinarias que
no obstante a pesar de ser productos suyos, salidos de sus propias manos, lo
llegan a esclavizar, fragmentándolo, despojándolo de su humanidad. En el
trabajo enajenado o alienado el obrero es sojuzgado, explotado, es decir, el
trabajo se vuelve fastidioso y humillante.
Toda
alienación tiene una base económica y social. La fundamental es la economía que
aparece ligada al trabajo hecho bajo determinadas relaciones de producción.
El
dinero, símbolo de los bienes materiales creados por el hombre, domina como amo
a los que trabajan y producen. En este fenómeno lo abstracto se convierte en lo
concreto ilusorio y, sin embargo, demasiado real que abruma lo concreto
verdadero, es decir, lo humano.
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